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Publicado: 11/04/2010
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Fuente: Clarín Turismo

Historias y paisajes de Capilla del Monte, en el Valle de Punilla. Buena mesa, paseos por las sierras y las leyendas del lugar.

Un destino no es sólo el paisaje. Y en el caso de Capilla del Monte, en Córdoba, menos aún. No porque esta zona del Valle de Punilla no tenga sus encantos naturales -que los tiene- sino porque su gente, los capillenses, ocupan una parte fundamental en este pueblo serrano de identidad indeleblemente forjada por el cerro Uritorco y por la calle techada, una porción de la diagonal Buenos Aires, a 100 metros de la Plaza San Martín. Si nos quedamos en la percepción icónica -la energía y el esoterismo del cerro- y lo pintoresco de esa calle, permanecemos en la forma y no buceamos el fondo, con lo cual será un viaje sin mayores pretensiones: aire puro, naturaleza a pleno, un poco de misterio y descanso. No es poco, claro, pero nos perderíamos otros ángulos excepcionales de esta región cordobesa.

Aquí todo queda cerca y la referencia es la Plaza San Martín. Los paseos resultan placenteros pero, para no quedarse en la postal, se sugiere hurgar más allá, entre las personas y sus costumbres. Al fin y al cabo, son los anfitriones quienes nos dejan las impresiones más reveladoras de la comarca.

Buenos anfitriones

Como en el hotel gourmet La Guarida: Verónica y Federico llegaron a Capilla desde Adrogué, y quienes aquí los visitan son atendidos en su casa, con una cocina grande, un living y un comedor. "Tengo la huerta, mis salsas, las conservas que prepara Vero y un menú que puede ser a la medida del que llega o totalmente a mi gusto", cuenta Federico.

En la recepción-living hay espacio para delikatessen artesanales: la salsa de albahaca y el lemoncello caseros, con recetas ancestrales de familia, se llevan las palmas. Hierbas aromáticas, té con yuyos de la zona y encurtidos colorean los estantes.

Algunas noches, Federico lleva su cocina rodante al comedor y, ante los comensales, elabora el plato principal: orecchietti con salsa de Bari -hongos secos de pino, pollo, crema y vino blanco-. De postre, un perfecto tiramisú, con legítimo mascarpone. Completan el "combo para la buena vida" habitaciones dobles, departamentos, suites, chalet, quincho, piscina y sala de masajes.

O como Sandro Ruscito, que llegó a la Argentina desde Italia, tiene una fábrica de aceites en Cruz del Eje y construye otra en Casa Hermosa, a 40 km de Capilla. Allí hará cata y paseo oleícola, y ofrecerá variedades únicas de aceite, con aceitunas seleccionadas y molidas a 48 hs de su cosecha. Prepara una versión con especias y trufas de su terruño, una zona rural cercana a Roma.

Gustos, perfumes y sonidos cobran mayor presencia en esta pequeña ciudadela. Por eso, detenerse en la boutique de aromas creados por Lily Gálvez es un acto reflejo, o un encantamiento. Lily tiene 3 líneas aromáticas, "customiza" otras, personalizadas, para SPA y trabaja con aceites esenciales y hierbas regionales. Ella y su marido también apostaron aquí por un cambio de vida.

Como Lucía y Carlos Rosas con La tramontana, una granja de truchas con vertiente propia y 400 ha. Crían truchas arco iris y tienen un originario rancho de adobe puesto en valor, donde Lucía -chef con stages en Francia y Luxemburgo- ofrece una carta de platos autóctonos con truchas.

Perlas en el camino

En la zona urbana de Capilla llaman la atención las casonas de refinada arquitectura, de principios del siglo XX, cuando aquí veraneaba la aristocracia. Como la casa de Lilia Diez de Tejada de Arijón, condesa del Castillo del Tajo, conocida como "la casona de Lili". Otra, en excelente estado, es la casa de la familia Recaño, oriunda de Rosario. Es que la cota máxima de Capilla no permite construcciones que interfieran las visuales ni la despojen de su color pueblerino, por lo que destacan estas casas como castillos o el hotel Montecasino, construido en 1901, abandonado durante 30 años y hoy reciclado y reabierto.

El de los hoteles abandonados, con sus historias de altri tempi, es en sí mismo un fascinante derrotero. Por ejemplo: desde el aeropuerto de Córdoba se puede alquilar un auto y tomar el camino Del Cuadrado: hay que dirigirse a Río Ceballos y desde allí hacer 39 km de curvas en altura para alcanzar La Falda, que desde el "Balcón de las nubes" se ve maravillosa. El camino fue construido a pico y pala, en 1924, por personal del histórico Hotel Edén, que en su apogeo (1912 a 1945) tenía capacidad para 250 pasajeros y alojó a personalidades como Rubén Darío, El Príncipe de Gales, Albert Einstein o los presidentes Julio A. Roca y José Figueroa Alcorta. Es Monumento Histórico Cultural.

Cerca, los municipios de La Falda, La Cumbre, Los Cocos y San Marcos Sierra integran un corredor en el que cada uno aporta lo suyo, a pocos km entre sí.

En el imaginario del viajero que busca datos por la web, Capilla significa un punto esotérico con terapeutas alternativos -de los buenos y de los otros- y una pista de aterrizaje para platos voladores; o un predio para la meditación, la sanación y los retiros espirituales; o el paraíso para fanáticos del tarot y la astrología, y el lugar con -tal vez- la mayor densidad de SPA del país (aunque para contar los verdaderos sobran los dedos de la mano).

Cuestión de identidad

Otra impronta es su pasado hippie, con artesanos envueltos en humos varios -especialmente en San Marcos Sierra- y la "fama de patito feo" si se la compara (odiosamente) con La Cumbre o La Falda. Vacacionar en Capilla resulta más económico que hacerlo en los alrededores, pero ¿qué tiene este lugar que no tengan otros sitios de Punilla? "Muchas posibilidades para crear nuevos servicios y atractivos, para pensar el destino; todavía hay espacio para la sorpresa", dice Gustavo de Figueredo, ex intendente local y presidente de la Agencia Córdoba Turismo.

Cierto, uno se sorprende con lo que quizá sea "transparente" para los lugareños: sensaciones de paz, emotivos encuentros con artistas y descendientes de protagonistas del pasado, proyectos de ecobioarquitectura y riqueza arqueológica, estímulos para los cinco sentidos, caminatas a la luz de la luna y cordialidad. Todas las experiencias que se viven en Capilla son parte de su patrimonio intangible.

Siempre estarán allí el Uritorco, Las Gemelas y la calle techada, Los Terrones y Los Mogotes. Pero no deben desecharse otras motivaciones sensitivas que Capilla del Monte, como por arte de magia, despierta.

Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2010/04/11/v-02178114.htm


Más información de Córdoba y de Capilla del Monte.

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