Publicado: 18/07/2010
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Fuente: Los Andes Turismo
Los que caen en este espacio en busca de la postal no paran de sacar la camarita. Redescubrimos Malargüe: un destino cromático para vacacionar de punta a punta.
¿Conocen los cuadros mendocinos de Koek Koek? Los paisajes de la montaña malargüina copian esa intensidad y la despliegan en un kilometraje alucinante que combina valles, mesetas, ríos, cuevas.
Pero ojo: los que caen en este espacio buscando el estereotipo del eco-tour, se equivocan. Hay senderos sembrados de fósiles y cascadas de épica (Manqui Malal), hay paseos sobre la lava (Payunia), hay rocas que simulan castillos y avistaje seguro de cóndores (Castillos de Pincheira). Y hay zoom para todo, estamos en Malal Hue.
Arquitecturas salvajes
Uno piensa siempre que el folleto exagera. Pero no: "Castillos de Pincheira" corona su nombre con una formación rocosa casi surreal que, de lejos, nos trae el recuerdo de la antigua Petra, en Jordania. Puede que esta vista haya despertado en el imaginario de Ramón Cara (un emprendedor malargüino) la posibilidad de levantar, al pie, su pequeño reino propio.
Rústico: sin señal, sin asfalto; al mejor estilo 'rancho atendido por su dueño', Ramón habilitó un espacio para la gastronomía y la artesanía regional. ¿Menú favorito? Chivito asado, claro, ritual que a veces empieza por elegir el animal ahí mismo. Se come junto al hogar, se descorcha un buen Malbec, se brinda porque el sol es perfecto para seguir la senda que lleva a los Castillos de Pincheira, aunque todavía quede un charco de hielo sobre el pasto de la estancia.
Desde las ventanas de la roca, arriba, es único. Y Ramón lo sabe: por eso sonríe satisfecho - el tesoro de los legendarios bandidos Pincheira es ante todo visual - con los brazos cruzados y el delantal de asador todavía puesto al cuello, ante las exclamativas que soltamos los visitantes tras bajar por el caminito de los cactus, el río que promete rafting y el puente colgante de cara al cañadón. ¡Fotoooo!
Música del agua que cae
Pasado en limpio: aunque todos saben muy bien que Malargüe ofrece deportes de nieve y el encanto único de reservas naturales como Caverna de Las Brujas o Laguna de Llancanelo, tiene todavía una cantidad de cruces en el mapa por exhibir.
La industria del turismo, por obviedad, es aquí súper activa. De hecho, existe como orientación definida desde el colegio secundario. De modo que los expertos suelen marcar el paso a ritmo de leyendas, anécdotas y detalles útiles.
Ejemplo: "si entrás a la página de Malargüe (www.malargue.gov.ar) y te imprimís la tarjeta 'Malargüe card' te la obsequiamos cuando llegués y con ella tenés descuentos en más de cien comercios adheridos, hoteles, cabañas, apart hoteles, alquiler de equipos, restaurante, cine, verdulerías, de todo".
Julia Navarro es una guía inspirada. Y es por eso que cada relieve, cada tramo de la Payunia, se vuelve relevante en su relato. "Pueden adquirir los fósiles que van a observar en este terreno - bromea Julia llegando a las cascadas de Manqui Malal- si pagan un peso por cada millón de años". Es una malargüina de risa contagiosa y excelente predisposición.
Números, entonces: las cascadas de Manqui Malal se encuentran a 30 kilómetros al sur de la ciudad de Malargüe. Los Castillos de Pincheira se avistan a 27 kilómetros (sur oeste) del centro departamental. Dos excursiones perfectas para un mismo día de trekking bajo el sol de invierno, que muchas veces se suele completar con Cavernas.
Por estas y otras razones (contar con Las Leñas, el mejor centro de ski de Sudamérica, y con bellísimas reservas naturales) Malargüe recibe aproximadamente 35.000 turistas al año.
A cielo abierto
Mientras los caminantes van llegando al punto de partida de las Cascadas -una suerte de cabaña familiar donde nos espera el chocolate con sopaipillas- la experiencia va dejando su rastro: Manqui Malal ha sido un viaje paleontológico donde nos cruzamos con fósiles del Jurásico Mesozoico, y deportivo, ideal para la práctica de andinismo.
Hay más de 500 metros de bardas (pared) que superan los 40 metros de altura en este paraje que se halla a un lado de la Cuesta del Chihuidoa. Es perfecto para hacer rapel, tirolesa, escalada. Claro que amerita el campamento y la fogata.
Blanca Nieve
Nadie piensa en pisar las Leñas sin ir decidido a deslizarse por la mejor nieve de estas latitudes. Así que podés alquilarte el equipo en la ciudad y rumbear 72 kilómetros montaña adentro para conocer el punto más top de Malargüe. O mejor aún: podés esquivar el circuito fashion y lanzarte de lleno al ski libre.
Atentos: proponen paquetes (mini week) para esquiar en Las Leñas pero alojados en Malargüe con los traslados incluidos.
La conjunción de la superficie esquiable más extensa de Suramérica y la adrenalina es un atractivo central para los extranjeros. Pero también te podés cruzar allí con Dolores Barreiro, con Ricardo Darín o con Tomás Fonsi, algunas de las figuras nacionales que capta año a año este parque de diversiones de nieve.
Siempre estamos dispuestos a escuchar una buena historia: la de la creación del complejo Las Leñas en los '80s, bajo el impulso de Tito Lowestein, la de los avatares de los primeros Pincheiras, en los años de la guerra de la Independencia.
En blanco o en verde pardo, el paisaje nos acompaña con imágenes de una belleza única, cuyo origen puede estar o no en este mundo (es fácil imaginar el mar prehistórico, la mutación, el desborde que gestó esta cordillera).
Y nosotros nos transformamos -los seres humanos- cuando la naturaleza nos traspasa. No hay necesidad de ver siempre lo extraordinario en lo ordinario, existe un gran trabajo de planificación, de organización previa: infraestructura y asesoramiento para todo. Y, especialmente, el gesto de bienvenida de la gente.
Fuente: Los Andes Turismo
