Como antesala de los balnearios más tradicionales, como Mar del Plata, Mar Chiquita, Santa Clara del Mar y Mar de Cobos, son opciones válidas para aquellos que quieran experimentar unos días de lentitud antiestrés. A pesar de su proximidad a la gran ciudad, estos amigables poblados invitan a una desintoxicación urbana. La ruta 11 es el camino de acceso, a sólo 382 kilómetros de la gran metrópoli.
Mar Chiquita atesora una ubicación exclusiva, ya que convive con la albufera, una formación geográfica única, que se caracteriza por ser una laguna que está conectada con el mar, y es la única del país y una de las pocas del mundo. La laguna de Mar Chiquita conforma una biosfera singular con una variada flora y fauna, que recibe el aporte de agua dulce de arroyos, y salada proveniente de la entrada marítima.
Los extensos 67 km de playas combinan médanos y acantilados en una atmósfera relajada y familiar, que se concentra en Santa Clara del Mar, Mar de Cobo y Playa Dorada, pequeños pueblos dueños de tupidas arboledas donde moran cientos de aves, cuyo cantar oficia de melodía constante de fondo.
Algunas de las actividades extra playa pueden ser dar una vuelta por alguna de las tantas estancias que pueblan la zona y están abiertas al turismo rural, o conocer los secretos de la cerveza artesanal en los establecimientos dedicados a la elaboración de esta bebida, buena compañera de atardeceres de verano.
Estas playas casi desconocidas, repletas de médanos forestados y gaviotas que surcan el cielo, son un oasis de tranquilidad. La ruta 88 es la que conduce a esta comarca costera perteneciente al partido de Lobería, distante a 484 kilómetros de la Capital Federal y a sólo 8 de Necochea. Aquí la pesca es una actividad consolidada; desde la costa, la caña puede traer corvina, mero y pejerrey, y embarcado el menú se amplía a salmón y tiburón. El primer balneario que construyó la municipalidad data del año 2005, por lo que estas Arenas Verdes recién despiertan al turismo, situación que moldea días de relajación completa, sin barullo, donde los sonidos de la naturaleza abundan.
La escenografía natural se completa con las sierras, el campo y el río Quequén, donde se puede optar por una intrépida salida de rafting, para rebalsar de adrenalina y grabar una anécdota distinta de las vacaciones. Otros recomendados son el circuito histórico cultural que incluye el museo de La Lobería Grande, una buena opción para conocer los orígenes de esta zona que se abre paso en el abanico de las nuevas playas de Buenos Aires.
Fuente: La Capital Turismo